Foto por Andrés Marvellí
¡Feliz año a todos! De nuevo, he estado bastante tiempo sin escribir. Pero han sido unas semanas intensas… ¡ Y tanto! Hace poco anunciábamos que habíamos ganado el premio ULL rock y tan sólo unos días después nos seleccionaban para el Capital Sonora. Tras una semana sin terminar de creerlo, todo empezó a hacerse un poco más real a medida que la silueta de Gran Canaria se iba dibujando a través de la cristalera del ferry. Yo iba intentando evitar el mareo que siempre me producen los barcos, así que pisar tierra fue un alivio. Y también una sensación intensa, el cosquilleo de la carretera. Durante el trayecto, todos hacíamos bromas nerviosos y no nos terminábamos de creer hacia dónde íbamos.
Una vez en Las Palmas, y como siempre pasa con estas cosas, nos perdimos buscando el hotel. Por suerte, no hicieron falta más de un par de vueltas y consultas telefónicas para llegar sanos y salvos. La gente de Monoculture estaba en recepción recogiendo las llaves de sus habitaciones y con tanto músico en el pasillo aquello cada vez más parecía un festival. Nos fuimos a nuestras habitaciones a descansar. Bueno esa era la idea, pero acabamos todos en la misma. La euforia podía más y la música que Tere había traído (incluido un baile de Laura) ayudaba bastante. Un par de horas más tarde salimos a comer algo. Concretamente acabamos en un bar donde sirven el atún con peor aspecto de la historia reciente. Mirado desde cierto ángulo se parecía a Bitelchús. Salimos de aquel lugar y tras un pequeño paseo fuimos directos a la prueba de sonido. Había un pequeño retraso, así que aprovechamos para darnos una vuelta por el camerino. Allí estaban Bety y David (nuestros managers), recién aterrizados. La gente de Soulamente soulo corría hacia el escenario con su despliegue de instrumentos. Qué raro (y qué bueno) se hace ver una tuba en un concierto. Los demás camerinos estaban vacíos aún, así que no había mucho que hacer. Llegó nuestro turno, la inevitable prueba de sonido, que gracias a Diego no fue tan aburrida ni estresante como suelen ser. El escenario era bastante grande, así que imponía un poco. A la salida, nos esperaban los chicos de La Parcela. Qué buena gente y qué profesionales. Creo que pocos proyectos me han sorprendido tanto como este. En muy poco tiempo darán mucho de qué hablar, y merecidamente. Ultimamos algunos detalles para el acústico del día siguiente y hablamos un rato mientras nos dirigíamos hacia el hotel. Yo ya estaba bastante cansado, pero el
resto del grupo corría de un lado a otro. Tras un breve descanso, nos vestimos y nos vino a recoger la furgoneta de la organización. Los camerinos ya parecían otra cosa. Probablemente sean los más variopintos que he visto. Desde Fran Baraja (con el que siempre hay diversión asegurada) paseándose en calzoncillos de Leopardo, pasando por la fiesta de rumba que tenían montada la gente de Ciempiés ni cabeza, al flautista de Soulamente Soulo calentando con “Nature Boy” mientras Mónica y Tere afinaban el chelo y el violín. Y entre tantas risas y música llegó la hora de abrir puertas. Empezaron Fran Baraja y la banda reparte, cuando aún aquello estaba demasiado vacío. Un verdadera pena, porque esta gente
consigue que todo el mundo lo acabe pasando bien. Como aún quedaba ara nuestra actuación, nos metimos entre el público y bailamos un rato. Los siguientes eran Ciempiés ni cabeza, a los que apenas pudimos escuchar porque ya estábamos detrás del escenario preparando nuestros instrumentos. Subimos al escenario algo preocupados, ya que las visuales que solemos proyectar no se podían usar por problemas de cables. Pero tras un par de notas de Masquerade ball, ya se nos había olvidado todo. Yo estaba tan apurado por no pasarnos del tiempo que casi no hablaba. Enlazamos con Tales of a Napkin’s corpse y Let’s dance among the ashes of our lives. Casi no me arto una mano con la pandereta de esta última, voy a tener que hacer caso a Juan Luis y manejarla con más delicadeza. Por último, tocamos The House of Oblivion. Salimos de allí aún algo aturdidos por las prisas. Tras un rato, ya se habían pasado los nervios, y seguimos la fiesta. Pude ver algo de Soulamente Soulo y The right ons, pero entre un accidentado viaje al hotel para dejar los instrumentos / en busca de unos bongós y la confusión del momento me perdí gran parte de sus actuaciones. Sin embargo lo que vi me llamó mucho la atención.
Pasado un tiempo (que pudieron ser horas o minutos, no lo sé) nos llamaron a todos los concursantes. Tras el escenario, todos estábamos nerviosísimos, se veía en las caras. Al otro lado de la tela negra, en el escenario, estaba la fiesta, la música, el público. Pero allí donde estábamos nosotros, no había nada más que nosotros y el viento, y escucharlo todo tan desde fuera hacía que se incrementaran aún más los nervios. Estábamos con las cabezas inclinadas para oír mejor el murmullo que nos llegaba. De repente, una voz dijo algo ininteligible desde allí y nos mandamos a callar los unos a los otros. Tras un segundo de silencio, que pareció una eternidad, se escuchó un nombre. Segundo premio… ¡Soulamente Soulo! Desaparecieron tras la tela negra y nos quedamos allí todos mirándonos, escuchando los aplausos. Aquello cada vez era más intenso, ahora era todo o nada. Estábamos todos con las manos apretadas, en silencio. Y tras una pausa de siglos, se escuchó el primer premio…. ¡¡Grenouille!! Nos costó un segundo reaccionar, pero en seguida salimos al escenario, eufóricos. Nos dieron un cheque gigante mientras nosotros estábamos locos de emoción.
Ya en el camerino, empezamos a festejarlo con toda la gente increíble que estaba por ahí, tanto los que conocíamos como las nuevas amistades. Estuvimos allí un buen tiempo, hasta que cerraron, y luego seguimos la fiesta por nuestra cuenta. Laura se fue un poco antes, y los que nos quedamos acabamos la noche de forma apoteósica, bañándonos en la playa de Las Canteras con la euforia aún en las venas. Fue uno de esos momentos que parece que se recuerdan en Super 8 y a cámara lenta, y que ahora recordarlo me trae tanta alegría como nostalgia. Llegamos al hotel empapados y llenos de arena y nos echamos a dormir. No mucho, porque un par de horas más tarde habíamos quedado para grabar el acústico. Me levanté con resaca y sin dormir, sólo para descubrir que la mitad de mi ropa estaba empapada gracias al camino de vuelta desde la playa la noche anterior. Recogimos nuestras cosas y fuimos con Ángel de La Parcela a donde íbamos a grabar. Allí nos esperaban con montaje increíble, con un gusto y un cuidado que pocas veces he visto. Nosotros estábamos medio muertos por la resaca y el cansancio, pero ver aquello daba energías. Probamos sonido y tocamos un par de canciones. Mi voz estaba en baja forma por la noche de locura, así que no sé si estuve todo lo bien que me hubiera gustado. La ocasión lo merecía. Esperemos que sí, ya tendremos noticias cuando publiquen los vídeos. Muchas gracias a la gente de la Parcela ¡desde aquí les deseamos lo mejor!
Terminamos con el tiempo justo para coger la furgoneta y salir corriendo hacia el puerto. Esta vez estábamos bastante más cansados que la ida. Tanto que nada más subir al barco me caí dormido, y no desperté hasta llegar a Tenerife. Nos fuimos quedando cada uno en su casa y al final Juan Luis y yo descargamos los instrumentos. Ya se hacía de noche. Casi zombie, entré en mi casa y creo que tardé unos diez segundos en dormirme.
Todavía me dura la sonrisa.
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